Del Caracazo: Insurrección
social (27F y 28F 1989) y los Golpes de Estado: Insurrección militar (4F y 27N 1992). Al Populismo delirante. De
aquellos errores a este Monumental Fracaso.
Caracas 01/10/19.- Un 27 y 28 de febrero del año 1989 empezó con
un estallido social (El Caracazo) el proceso que conduciría a la destrucción de
la institucionalidad democrática en Venezuela. Años de errores, complicidades y
corruptelas previas de una clase política adormecida, soberbia, sorda al
reclamo social y enquistado en un modelo económico parasitario, dependiente, se
constituirían en el caldo de cultivo de todos los males que luego asolarían el
país y lo llevarían al mayor desastre económico y político del siglo XXI.
La Venezuela del siglo XX
regodeándose en la sustitución de importaciones, cerrada a la creatividad y a
la innovación tecnológica a pesar, paradójicamente, de ser una economía de
consumidores compulsivo e irresponsable (está barato dame dos), con mercados
controlados y regulados asfixiaron la economía y adormecieron la iniciativa
privada y la productividad.
Con la excusa demagógica y
populista “En defensa de los más Pobres”, anularon la capacidad productiva del
país, congelaron precios, regalaron la gasolina y el gas, subsidiaron
irresponsablemente gastos y servicios. Obviamente al disminuir el mana
petrolero, el duro despertar y por supuesto incapaces de entender la gravedad
de la crisis, se negaron a admitir sus culpas y errores como generadoras de
ella. Se opusieron irresponsablemente a todo tipo de ajustes y a la generación
de los cambios necesarios en las áreas económicas y políticas que permitieran
resolver tan graves problemas.
Una legislación y un estado
autárquico, clientelar, parasitario, atrasado, negado a la modernidad y a
propiciar la real participación democrática. Con un modelo de estado que subsistía
exclusivamente de la renta petrolera, en consecuencia negado a la
competitividad y a la globalización.
Atado a la economía de puertos y a la sustitución de importaciones, al negocio
fácil, asociada a sectores económicos ligados y habituados a la cultura
rentista, poco productivos y abiertos al libre mercado, a la competencia
creadora que, olvidaron sus principales deberes para con la gente, su trabajo,
sus empresas, desarrollo de sus inversiones y lamentablemente se olvidaron de
su propio país.
La Nación se vino a menos y
se hacían necesarios importantes y significativos cambios. Privatizar, reformar
el estado y resolver los equilibrios macroeconómicos, restituir el valor del
Bolívar, dolarizar la economía, ya en esa época formaba parte importante del
debate y la agenda corregir el grave problema de la fuga de capitales, de
empresarios prósperos dueños de empresas quebradas, de las industrias virtuales
y de maletín, donde era imprescindible solventar la aguda pobreza. Carlos Andrés Pérez y su equipo de tecnócratas
en su 2do mandato intento corregir los errores y transformar el rumbo de la
política económica en el país, pero el peso de una cultura dispendiosa y
facilista sería difícil de romper, odios, miopía, ambiciones desmedidas y
resentimientos viscerales impedirían su desarrollo, el regreso de los cuarteles
a la política harían el resto.
Estaba claro el presagio de vuelta a los tiempos malos del caudillismo militarista
atrasado y violento, un 4 de febrero y un 27 noviembre de 1992, los golpes de
estado y el pasado fracasado regresarían
de los cuarteles con su pesado fardo de resentimiento y violencia. Se le asesto
un golpe mortal al debilitado y obeso
estado venezolano, pocos dolientes tenía para ese momento la
institucionalidad democrática, un viejo líder de la democracia y creador del
Pacto de punto fijo (Rafael Caldera) encabezaría el demagógico regreso a la
Venezuela que ya no podía ser más al colapsar el modelo rentista y obligado por
la dinámica complaciente de sectores económicos comprometidos con el ogro filantrópico
y la corrrupción, facilitarían el camino que haría posible que las masas
eligieran de manera delirante el caudillo que nos conduciría alegres al gran
desastre nacional.
Ya los dados del destino
corrían libre e impunemente, la caja de pandora se abriría con todas sus
desgracias y los peores temores se harían realidad. El militar felón se abriría
paso, las masa extasiadas clamaban por venganza, Plutócratas e intelectuales de izquierda, viudos del estalinismo y del fracasado
socialismo real le hacia el coro adulante al autócrata, el nuevo Nerón que incendiaria
y asolaría el país en nombre de una pseudo revolución marxistoide, usando una
palabrería de fantasías, el flautista de
Hamelín, sin ocultar sus fieras intenciones anunciaba el Armagedón contra la
institucionalidad democrática, el capitalismo liberal y provisto en una charada interminable y seductora
propicio regreso del peor de los socialismos reales, e hizo posible el “auto
suicidio” de una nación.
En el camino quedarían los
llamados a la sensatez, la sindéresis y la inteligencia. Venezuela avanzaba
feliz a su destrucción y los que intentaban, inútilmente, oponerse a los
regresivos cambios, que solicitaron virar
el pérfido rumbo, clamaron en el desierto y sometidos al escarnio
público, mientras las masas gritaban eufóricos y aplaudían frenéticamente las
peores ocurrencias del caudillo militar, en el coliseo vociferaban échenles los
políticos a los leones y aupando al autócrata acaben con los partidos y consagren
la reelección indefinida.
30 años después del
Caracazo y 27 años de los golpes, luego de padecer en los últimos 20 años el
peor gobierno en toda la historia de la república de Venezuela, el cual a pesar de haber
recibido y obviamente dilapidado, los más grandes ingresos en toda la era de la
explotación petrolera, mantiene sumido a la nación en la mayor tragedia
económica - política – social de América Latina de los últimos 100 años, nos
toca, ahora en una coyuntura más compleja y trágica, retomar los caminos
abandonados en el año 1989 y empezar de nuevo el duro trayecto de regresas a
Venezuela a la ruta de la modernidad y del siglo XXI. Ya el país había transitado
la tragedia de ingresar tardíamente al siglo XX, ahora le corresponder
igualmente un ingreso tardío al siglo XXI.
Reforma y Modernización del
Estado. Plan de ajustes Macro económicos. Re activación Económica. Agresivo
Programa de Asistencia Social y Económica con apoyo internacional. Modernizar y
actualizar la Educación. Re institucionalizar el país, Re construir la
Confianza y Alcanzar la Seguridad Jurídica.
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